28.8.10

Poema de Graciela Bucci


Imponerse al objeto

Que no se imponga el objeto
Que no te usurpe
si las paredes desarrollan apéndices
blandos grilletes mudos
si el espacio que el tiempo minimiza
entre techos y suelos
se reduce a la nada
te oprime
te estruja
te disgrega

adviértele al objeto
que tu antojo resuelve
que nada impedirá
elastizar los muros tanto como haga falta
abrir ventanas puertas
alivianar aristas
amplificar los márgenes
multiplicar entradas

que no se imponga el objeto
demuestra .......... aun con el gesto
la mirada
el aliento
y tu avidez por defender espacios
que sigues siendo el amo.


© G
raciela Bucci

Poema de Anahí Duzevich Bezoz


MUNDO QUE BESA EL AIRE

...........¿por qué a mi las tareas imposibles:
..........hilar la arena
..........dibujar el rostro del viento?
.................ELENA C. PENNELLA


Un pájaro hueco

canta como los pájaros libres

el viento deja
pasar los sueños

hay un hueco
en el mar

hay un hombre oculto
con forma de pájaro de tierra

por la tierra-pájaro
hombre-mar

pasa un condenado mundo
que besa el aire.

© Anahí Duzevich Bezoz
Imagen enviada por la autora

Poema de Alfredo Lemon


............a Hugo Mujica

Un vagabundo besa el pezón magullado de una anciana.

Roba un placer prohibidísimo:
exprime fuerte, muy fuerte, vida a la muerte.

Como un niño cuando bebe una naranja.

© ALFREDO LEMON

Poema de Xenia Mora


CASA VACÍA

Espejos flotantes en la nada
cubren el rostro de la casa
habitaciones vacías de risas
silentes oran cruces
de seres queridos
con ojos sin tiempo.

Se escurre frío de ausencia:
libros dormidos esperando,
como nuestro tablero
donde faltan la reina con su rey
las torres están derruidas
y los peones rendidos.

Tristes huellas de polvo
se desvanecen en los estantes,
esperando que vuelvan
los hijos con sus hijos
y los espejos con ellos
reflejen las risas.

© Xenia Mora Rucabado

Poema de Teresa Leuzzi (Dragontesa)


Un día más.

Y si, hoy fue un día más.
Esos días que parece
repetir una vivencia,
Fue un día más.
Pasó por mi lado,
no lo agarré del brazo
y lo abracé a mi pecho.
No le vi el color de sus ojos,
raro en mí que siempre
me aferro a cada día y cada noche
como si fueran los últimos.
Hoy fue un día más.
Que lástima no lo viví!

© Teresa Leuzzi (Dragontesa)

27.8.10

Poema de Adriana Maggio


Reunión de mujeres

La mujer que fuma
hace humo
la última lágrima
y apaga el cigarrillo
hasta el próximo llanto.

La mujer que come
traga cadáveres
para alimentar a sus lobos.

La mujer que bebe
deslíe en acuarelas
su copa
y aprieta
el cuello de las botellas.

La mujer que mira
atraviesa cristales de memoria
y se clava
en escombros de lavanda.

La mujer que baila
se encarama
en la espiral del aire
y juega a ser feliz.

La mujer que canta
sujeta a la tela
del pentagrama
un amor que vuela.

La mujer que habla
desnombra
el cáncer de su cuello.

La mujer que calla
alumbra
las palabras que la habitan.

La mujer que ríe
...................... de
.......................... risa
.................................. muere.

© Adriana Maggio

Poema de Rosa Lía Cuello


FUGA

Otra vez intento
fugarme del olvido.
El sonido de tu risa surge
entre las estériles paredes
que se orientan
al norte del silencio.
No quiero desgarrarme
entre absurdas tiniebla
... ni derramar
...... mi sangre
......... dolorida
en un pacto ambiguo.
Otra vez los ríos
sin control del ayer
surgen por los cauces
resecos del recuerdo.
No quiero compararte
en otros cuerpos
ni desmayar tristezas
en ceremonias de artificio.
Por eso intento
fugarme del olvido
por eso escribo tu nombre
en las arenas del tiempo.

© Rosa Lía Cuello

Poema de Molly Bic



Donde la mirada
es casi una línea
horizontal de tiempo
asoman mariposas

Lejos
demasiado lejos.


© Molly Bic

25.8.10

Poema de José Rodrigo Torres


En el campo de mi ciudad

En el campo de mi cuidad
se canaliza el sembrado de las necesidades
enmarañados por el espeso bulto de la evolución
que evoca la frondosa realidad del progreso.

En el campo de mi cuidad,
día a día se humedece el crecimiento
del llanto grueso de los tallos
cimentados por arquitectónicas raíces.

En el campo de mi cuidad
se canta la danza de las flores,
enlutada por los verdes parques
y sacudida por el lánguido néctar de la construcción.

En el campo de mi cuidad
se cosecha y se recolecta,
toneladas de comercio industrial
y se desgranan los pétalos de la contaminación.

En el campo de mi ciudad
existe una galería de ladrillos
que solidifican las juntas del antaño
y proyectan el gemido del selvático recuerdo.

En el campo de mi cuidad
hay un perro llamado Lucas
que llora la verdosa presencia
de la selva de los amplios espacios.

© José Rodrigo Torres

Poema de María del Carmen Suárez



CANAL DE FUEGO

En la oscuridad más profunda
percibo la luz
dentro de mí un canal de fuego
una ráfaga de vientos.

Rastros de aquellas que fui
señal antigua y poderosa
negro sortilegio
deslumbramiento fugaz.

Aparecen alas
en torbellino oscuro
surgen señales de planicies
y volcanes.

Pájaros de oro en lucha
por el territorio celeste.

Un instante condensa el universo.

© María del Carmen Suárez

Poema de Nora Alicia Perusin



Buenos Aires, 20 de agosto de 1959

2

“…Vivir cuesta respirar cuesta,
los asuntos pendientes se agudizan
de todos modos trataré de ahorrar como me pides.

un susurro fragmenta el silencio en el almacén
y la necesidad se intensifica
hay cierta incomodidad en ese momento
cierta sensación de ahogo que sólo tus cartas despojan…”

PD: Estaré en Montevideo te quiero siempre y a tu regreso no deseo ser madre nuevamente.

© Nora Alicia Perusin

Poema de Norma Segades



Agonía en el viento.

Yo fui aquella que amó.
La que soñaba residir
......para siempre
en la azul geografía de tus besos
y reía
......trizando los cristales
con sus filos de látigo,
......amarillos,
enmarañando voces en el viento.
La que trenzaba esperas en la tarde
cuando el verano lloviznaba
......lento
sobre el aguaribay
......todo el crepúsculo
aterido de sombras y silencio.
Soy esa que llevaba
......tan desnuda la vida,
tan sumisos
los cauces de su sangre sobre el cáliz
y el corazón tan tierno
que,
......ni siquiera enarboló reproches
cuando hundiste el puñal en su semilla
y arrojaste las vísceras al fuego.
Soy esa que te amó como ninguna
jamás ha vuelto a amarte,
la que tuvo
que coser
......uno a uno
......sus fragmentos
para poder trepar a la esperanza
desde el abismo
......seco
......de tu infierno,
la que aulló cada noche sus insomnios
por largas espirales sin regreso,
por espinas de náuseas,
......por delirios...
y en los negros muñones del recuerdo
estableció el olvido,
......una mañana,
hace ya mucho tiempo.

© Norma Segades

Prosa de Sebastián Olaso



.................................................Cabeceo.
Es mi estrategia más temible, y sin embargo, la estrategia más artesanal de mi catálogo. He conocido a mujeres con olor a pimienta en los talones. He conocido miedos que usurparon mi cuerpo de león. En tu cuello conocí la caída de un imperio. Siento miedo por las plantas de tus pies y cabeceo, a tus plantas rendido. Onírico. Irónico. Itinerante de anagramas. En tus uñas palpita el recorrido de este miedo: Parte de mi beso en la pimienta de tu paso y trasciende la barrera de tu nuca; se dispersa por los arcos de la luz y así amanece la ciudad, con mi miedo pisoteando polvaredas. Lloro después por el óxido erre hache que abandona los surcos de mi cráneo; y me abandonan también los sueños que medían mi trayecto, y me abandonan también las cámaras del sol. Ya no serán oníricos tus pechos en mi fiebre, ya no, mujer, ya no. No puede ser esta sutura una escena de amor para tus labios. Esta sutura nace de mi beso que absorbe la pimienta de tu piel y me exhibe gitano de tu hora; me exhibe cabeceando, sangrante, prosaico y a tus plantas rendido, mujer, como un cadáver grotesco.

© Sebastián Olaso

Poema de Isabel Krisch



el orden exige romper estrictamente
hacer añicos los viejos papeles que cubren la pared
las uñas colaboran
hacer añicos la pared
remover revoques
horadar detrás de los huecos vacíos
allí donde anidan los fantasmas
donde las ánimas que andan perdidas
se acurrucan
remozar la barrocuidad de los estilos
la cuadradez de los bloques y edificios
limpiar
limpiar
limpiar
limpiar el gris
la armadura
que obscena la historia de esta casa
que ensucia su gesta su epopeya
que ofende a los que la sobreviven
limpiar
iluminar la impudicia
de los exasperantes
sórdidos
de los sinvergüenzas
de los impúdicos
de aquellos que al irse dejaron sus fantasmas
de los otros
que empujaron a los primeros
de los que se equivocan
de los que siempre se encargan
de mal empapelar
de mal edificar
de los que siempre se equivocan
de los
que siempre
de los que

el orden demanda estrictamente
la demolición total el despeje del área
el básico saneamiento
para empezar de nuevo

© Isabel Krisch

Poema de Amadeo Gravino


lejos/ muy lejos/
vestido de ángel
bajo la lluvia
el diablo escribe
la palabra fin


© Amadeo Gravino

Poema de Patricia Ortiz



En soledad

Una vez más el hombre magullado y famélico

retorna a la soledad.
Esos, los rostros del dolor recorren su memoria;
se atolondran las horas
marcando el ritmo circular y vicioso
de peces dorados que nadan en el mar de sus ideas.
¿Son sólo espejismos,
o todas las vírgenes de cera lloran hoy por él?
Pequeña y dócil la vida se entrega
al poder de las fauces hambrientas
del nuevo cielo ensangrentado,
tiñendo de rojo los caminos recorridos,
nervaduras hostiles de las hojas de ruta
que el hombre escribe y tacha.
Cae la noche,
palidece la sangre derramada sobre la acera,
la poesía despierta del letargo
congregando al hombre a una nueva batalla.

© PATRICIA ORTIZ

Poema de Matza Maranto Zepeda


Contienda en el ocaso

7:55 p.m.
Bajo el intenso funeral cotidiano,
un beso resiste a la muerte,
puente de mis días posteriores.
No soy más,
sólo una mujer que zarpa
en el barco puntual del asesino.

© Matza Maranto Zepeda

Poema de Merche Monroy


Vaivén de elegía

Llegaste al fin, insomne muerte,
En tu sorda zancada perdida.
Aprisa surcaste la azabache estela,
Cual lúgubre horizontal de clemencias mecida,
Que se turba y se recuesta
En un vaivén de elegía.

Crispante melodía despierta,
Ante tal llegada imponente.
Que me trenza en yerta espada
Para clavarme en ti, muerte.

Ansiando anudarme a tus pestañas
Por mi desorbitada furia, tensadas.
Hasta conseguir dejar sus entrañas
En el aire intransitable, ancladas.

Y calmar con gasa de brasas
Tu desvalida mirada,
Tus ya, imprecisos ojos.
Dejando tan solo de ellos
Dos profundos y huecos despojos.

Y alcanzar a lamer, lasciva, tu sangre,
Mi incontenible lengua de sable.
(y con tal seductor gesto)
Sutilmente surcare, profundo tu pecho.

Lograre tornarme caprichosa mina
Reventándome en tu boca.
Y entre tus cadavéricos cimientos,
Hambrienta carcoma loca.

Y cuando casi extinguida, pidas clemencia,
Me descubriré, para ti, de la crueldad,
Devota presencia
Escarbando en tus sangrientas heridas.
Donde sembrare colmenas de serpientes homicidas.
Y recostada en tal tormento,
Allí, vieja amiga, cavare tu lecho.

Tanta ira desgarrando mi consuelo,
Me levanta en torrentes de viento
Y huracanes de hielo.
Pues desde esta brutal travesía,
Solo puedo quedarme donde he llegado
Deshabitada y perdida.
Y solo me es posible seguir viviendo,
Ante ti
Y mis pedazos de odio luchando en su nombre.

Y repito su nombre “ Eduardo”
Y descubro dentro, destellos de vida.
Rebusco en su memoria
Y tras ella, aun mas vida.
Jirones de pasión en su recuerdo,
Claridad inmensa.
Y vida, vida,
mucha vida.

Resbalando en mis ojos
Su lindo horizonte perpetuo
Y su inextinguible esencia.
Descubro que tan lejos, mi primo …
tan lejos no queda tu ausencia.

© Merche Monroy

24.8.10

Poema de Graciela Caprarulo


evanesce el Ángel
respira entre lo nuevo
qué castillos habita
qué padre

su barca define un hemisferio
y viaja

en su visión
triangula puntos extramuros

rumor que se alimenta
de su hambre

es incertidumbre ... lo que palpita

© Graciela Caprarulo

Poema de Luis Benítez


AL CASTELLANO

I.

En esta lengua que hablo, en estas frases de un eco
cuántas voces viven, cuánto eres la inmortalidad,
lengua de plurales que siendo una eres
metáfora de aquello que siendo uno es lo diverso.
El todo te contiene y tú contienes esa palabra: Universo.
Porque de qué otro modo podrían vivir en estos verbos,
en estas sonoridades, en estos silencios y alturas,
tantas sombras que fueron y tantas que serán mañana:
de las que serán ya están las palabras en las bocas
y estuvieron en la luna sangrienta de Quevedo,
en la mañana en que Díaz de Vivar tomó una ciudad
ya muerto, en la impávida marinería que otra mañana,
de octubre, vio una costa (sueño dentro de un sueño),
y estaba hecha de dolor, de hambre y de coraje.
Oh lengua donde cabalgan hombres y donde
tantas lenguas han desembocado,
ancho río de España que ha salido al mar,
es cierto que no conservaste para nosotros
la gracia leve de las declinaciones,
pero del sólido latín vienen tus huesos,
la carne somos hoy los que te hablamos
(el centurión que rige en la provincia
lejana de su imperio, no comprende
que al pedir el vino pide a la historia que conserve
unos distintos matices, unos cambios que no serán
fugaces como su humana sombra,
sino el futuro del habla de Virgilio).
El fenicio que apoyaba su balanza en su lanza
y desde lo conjeturable a cambio
nos dejó su sangre y sus palabras.
El doctor que en la Torá canta al Dios de Abraham,
el duro visigodo que bautiza a su hijo
con trabajosas frases que ya no son exactamente
......... las sajonas
con que fue nombrado. El victorioso muslín,
que bajo el verde triángulo de sus banderas
no sabe que fue él el conquistado.
El probable griego que lejos de Bizancio
sumó a sus ciencias el arte de vivir en el exilio.
El capitán de hombres, asturiano,
que juró sobre la espada de hierro tomar esa colina
y en la colina duerme desde entonces.
El fraile que en la celda deleita las horas y las horas,
al resguardo del muro y de su tiempo,
inclinado sobre el tomo y que transcribe
siglos después el porvenir de esos ecos,
las frases de Aristóteles y los dobles sueños de Plutarco,
no conoce que en lo que ara su pluma
otro rumbo se ha abierto.
Lo supo el triste, el alto, el solo
que soñó en la cárcel que era Miguel de Cervantes
y que escribía el Quijote.
Ni el judío ni el moro ni el cristiano
que disputan y entremezclan sus sangres
en tu sonoro ancestro lo comprenden:
de qué miles de hombres y de historias
has salido, lengua de Gracián y las Américas.

© Luis Benítez

Poema de Elisa Dejistani


CLAROSCURO

Desde el claroscuro
congrega resplandores
en el desdIbujo
de las extremidades
donde todo se resuelve
entre los diamantes
de la hondura del gozo
En la sintaxis de la flor
ya sin fronteras
Tras haber disuelto la fábula
para entregar las mieses
del cuerpojadeo
del cuerpogemido
una y otra vez
Entre los diamantes del éxtasis
del claroscuro cuerpo
.................... instante
.................... jadeo luz
ya sin fronteras
.................... cuerpo flor

© ELISA DEJISTANI

Poema de Marta Braier


Nana para tía Elvira

ropa blanca en mis sueños (trapos)
lejos de tía Elvira
................... que planchaba camisas
con la puerta entreabierta
en la dulce penumbra del atardecer

ropa blanca en mis sueños (trapos)
lejos de ella (Ella)
que nada sabía
del ruido de mástiles
balanceándose al viento
en la dulce penumbra del atardecer
.................. ¿qué sabía?

Ropa blanca trapos
mástiles mástiles mástiles

© Marta Braier

Poema de Luis Alberto Ambroggio


ENTREGA DE SOMBRAS

“Yo mismo soy una sombra,una sombra del arquetipo
que está en el cielo ¿A qué hacer una sombra de esa
sombra?”
Plotino.

“El secreto ideal duerme en la sombra.”
Rubén Darío.



Entrego sólo sombras
que reflejan ojos
en el correr de las aguas.
Calman las brisas
el paso de las piedras.

Mañana los vientos despertarán
el calor de otros soles.
las noches, cielo de sombras,
no pueden oscurecer los recuerdos.

Si las tormentas se descuelgan
con hilos de fuego
esta tierra sedienta
beberá su humedad a gritos
y crecerá en colores.

Las sombras no tienen nombre.
Las haré yo, otros las escucharán
ausentes de todo;
oscurecerán la mirada,
cortarán el aire,
se romperán con vaivenes de muerte
en brazos de incendio
y caricias de nube.

Sombras desnudas esculpirán a veces
árboles precisos y poemas.

Detrás de estas sombras parapeto mis palabras,
las sombras de los miedos y aventuras,
las sombras que sueñan los días,
las que no hablan más allá de la fuga y del origen.

Quizá no se muevan,
vendrán, se irán inertes,
como se suelen ir las sombras,
molinos imaginarios
de quien las hizo y las lleva.

Ayer se quedaron con el atardecer
enterradas en la noche herida.
Mañana el sol en su inconsciencia
las dejará morir en llamaradas.

En dos, tres días de lluvia
me convierto en sombra llena;
allí crecen flores y como sonrisas,
como el tú cortado,
tenuemente se marchitan;
como yo, sin nadie.

Las aguas y las sombras
comparten la ilusión que viven
en el instante de una y otra cara;
la que trabaja y la que cansadamente sueña.

Mientras yo vivo las aguas,
maduran las sombras.
Hablo sin decir palabras
sombras de silencio.

Digo sin hablar
para que respiren latidos escritos
y suavemente se compenetren
ecos cómplices
con la humedad de mis sombras.

Nos vemos después en la voz,
sombra elocuente del alma.

Me entrego sólo en sombras
que sangran
mi todo y mi nada.


© Luis Alberto Ambroggio

Poema de María Eugenia Caseiro


Residuos.-

Segundo.

Alrededor las formas
que vagaron
la vida más querible
cuando aún no la sabía.
Después todos los bancos
lánguidamente recostados a mi espalda
fueron tibio hospedaje del adiós.

© María Eugenia Caseiro

Poema de María Amelia Diaz



Traigo un agujero
en mi plexo solar
como una tarde deshabitada de pájaros,
o como la letra “a”
de la palabra “Dakar”.
A eso le llaman angustia.

© María Amelia Diaz
Pintura: Kathe Kollwitz

Prosa de Juan José Mestre


Apología de la pampa

Si alguien queda todavía en el lugar desde el cual brota la fuente de las fuentes y hubiera de migrar forzado por la punción de la belleza, es seguro que caería bajo el magnetismo de estas tierras.

Es que la pampa es una hermosa mujer que devela sus encantos con algo de malicia en la madrugada aterida de agostos y sembradíos.

Algo, también, denota la primorosa hondura del encanto regateado con desgana: ese horizonte que se ensancha a fuerza de ojos llanos que nos miran desde los confines, trayendo ancestros de bravío linaje, herida de muerte la dinastía de la piel de cobre en los fortines.

Un azul que parece no pertenecerle inunda sus delgadas curvas en el pardo espectáculo de lo gélido; la voz del arado escapa del revoltijo de terrones y contradice todo el dogma de lo bello para reafirmar justo aquello que muere bajo su filo.

Ahí es que la pampa sangra su verde tapiz de espectros. Luz mala en la guitarra que implora coplas para calmar al viento, el cielo azul es un telón rojo que cae en tropel, último acto en el umbral de ombúes.

Engaño del ente feroz que la protege, muestra su mansedumbre envuelta en bramante dorado de mies. En el cenit, abruma con su color salvaje; en la puesta, un desgarro de pátinas corroe el gris ánimo de los hombres y lo demuele.

Algo diabólico hay en su seno.

Sólo ella puede decirlo; mientras, la dulce voz de la tierra apacigua sus fauces con su poncho de madre y dulcifica lo yermo del maizal con la gracia de unos gorriones picoteando sombra.


© Juan José Mestre

Poema de Myrtha Milella



HE VUELTO

He vuelto
las azaleas florecen

Transité caminos añosos
donde el polvo oscurecían mis ojos.

No sé donde estuve
ni como llegue al río de mis sueños
donde el agua golpeaba
la piedra de mi infancia

Ahí santigüe mis pecados
el agua mojó mis pies cansados
de tantas errancias

Frente escucho las campanas
novenas a vírgenes de pupilas dulces

He vuelto
las azaleas florecen


© Myrtha Milella

Poema de Leonor Silvestri


Amas de Casas

Somos muy afortunadas
No podemos estropear nuestra fortuna
Con la preocupación por personas
Desafortunadas
No es nuestra culpa
Toda esa gente muerta de hambre

Somos recompensadas
Con la ropa interior sucia
De nuestros maridos
En una cesta y con las emociones
Desechadas de
Nuestros hijos

En el jardín hay unas prímulas para cortar
Y disponer en un vaso sobre la mesa de la cocina

Al final del día
Se habrán marchitado

© Leonor Silvestri

22.8.10

Poema de Martha Goldín


estoy sentada sobre un muro sospechoso
................................ que me inquieta
con la conciencia clara de vivir
.................................ideas necesarias
en un mundo injusto
siento la tristeza del tiempo que corre
........................................ se va
.................. se pierde
el tiempo
........................................ yo

© Martha Goldín

Poema de Leonardo Martínez



LA PREÑADITA

Arrastra sus tetas por la vereda
siempre a mi derecha
siempre al trote
con pasitos cortos
Sus ojos son lámparas gemelas
No me atrevo a mirarlos
su luz es amor a quemarropa
Por la calle
el ilustre director de orquesta
va de frac en bicicleta
Esta noche hay concierto sinfónico
y músicas estentóreas o dulcísimas
sonarán en el teatro colmado
Mientras tanto pedalea
sudoroso bajo su frac impecable
El profesor escandinavo
camina hasta los torrentes del cerro vecino
para recibir el bautismo de la espesura
los naranjos salvajes los durazneros bárbaros
desnudo al sol
bailando entre las aguas
En la montaña
las manos de esa mujer elegante
arrancan seriales dodecafónicas
de un piano embravecido
Los sonidos se elevan
y caen al rozar el cielo
Bajo la estatua de una señora robusta
en la plaza de la ciudad aldea
un hombre en pantalones cortos
se agacha para levantar un pichón
Lo pone en el bolsillo de su camisa
y a grandes trancos
sube la calle que lo lleva al monte
La tetudita se arrima
frota su panza en mi pierna
y lastimera trata de alcanzar mi mano
¿Parirá en un baldío
o en las escalinatas de la catedral
junto a los pordioseros?
El filósofo barbudo enseña marxismo
y pensamiento antiguo
otro induce a replantear la historia
y el pintor hace cantar los colores
en la absurda realidad del hambre
Una fábrica de azúcar se levanta
sobre las cuevas donde el familiar
espera a su jornalero víctima
Al cabo de la amazonia
en un trópico de orquídeas azahares y parásitas
los poetas son rilkeanos
Pero el incienso de los templos
no achata el espesor de los sentidos
La preñadita lame mis manos
retozo con ella
rasco su lomo
su cogote collarejo se funde al mío
somos amantes explícitos
cargados de futuros hijos de dolor dichoso
El director de orquesta todavía pedalea
El escandinavo se baña desnudo en el torrente
El gorrioncito es el corazón
del hombre de los grandes trancos
La furiosa dama abre su quimono
y nos dona todas las vanguardias
El pintor ilumina los sótanos
y saca agarrado de la nuca al familiar rollizo
Los poetas rilkeanos han muerto
Los azahares las orquídeas las parásitas
enmarañados protegen antas osos hormigueros
zorzales escarabajos lechucitas
El filósofo marxista
abandona su herbario de palabras
Lo encandila un picaflor
dardo irisado que liba los néctares del valle

El verano viene apurado de relámpagos y lluvias
Ella se echa junto a un montón de basura
Desaparecen las nubes
y zumba una cuerda en el arcoiris
Sólo entonces
en el umbral del verano
empieza a parir
la preñadita.



© Leonardo Martínez

Poema de Elena Cabrejas


DESPUÉS DEL ESPANTO
(años 70)


Tal vez debajo de los miedos incrustados en la piel
.................... vuelva a resucitar la ternura.
Tal vez desde los brazos muertos de los mutilados
.................... se alce algún día el perdón.
....La vida continúa a pesar de tanta inocencia
....enterrada.

..................... Pero habrá un momento
......en que se congregue un ejército de sombras
.................... - de esas, que no logran olvidar-
.....y salgan con su bandera gris, a exigir cuentas
............................................. a la Historia.

© Elena Cabrejas

Poema de María Teresa Andruetto


A Greg, en el Hotel Chelsea.

... …y ella estaba tan ocupada siendo libre
.....................Jony Mitchell


Cuando lo vi aquella vez, frente al hotel,
tenía insultos colgando de la boca y los pantalones
caídos. Desde entonces fuimos sucios compañeros
en la iglesia de St. Mark's. Explosivo, rebelde, peleador,
me pidió que olvidara a ésos que se dicen poetas y leen
pasquines en los bares, me dijo que confiara más en mí.
Él sí que era poeta. Una vez Papi, desde el cielo, lo llamó
y entonces él lo supo. Su único dilema era a veces
preguntarse ¿por qué yo? Había nacido en New York.
Había estudiado a los griegos. Había vivido en prisión,
hasta que los muchachos del camino le pusieron
sus hojas de laurel sobre la frente.
............................ Puro como un niño,
estaba siempre pidiendo perdón. La última vez que lo vi,
una pantalla proyectaba una película y había fotos de Allen
pegadas en la pared. El cuarto más modesto del mundo
y toda la andrajosa gloria eran suyos, y suyo el Aullido
y mis sueños con quemaduras. Una hija había ido a visitarlo,
yo había dejado a los míos en la playa. La luz estaba
cayendo a este lado del mundo y los pibes del camino
lo guiaban. Desde arriba, poco antes de convertirse
en estampita, dejó caer otra vez sus pantalones
y nos mostró el culo.


© María Teresa Andruetto